A partir de mediados de julio, la chicharra aova entre 300 y 400 huevos, de color blanco y de una longitud de dos milimetros y medio milimetro de ancho , cónicos en los dos extremos, como dos minusculas embarcaciones.

La chicharra elige como lugar para depositar sus huevos una rama bien seca, del grosor entre una paja y un lapicero. Elige como árbol una morera, un cerezo, un sauce, un “asfodelo” seco (planta a bulbor y flores blancas) cuyo tallo es bien largo y liso.
Las chicharras “tibicina haematodes” y “pigmeo” prefieren los ramos verdes.

Las chicharras aoven siempre la cabeza dirigida hacia arriba, excepto la cigarra “pigmeo” que aova cabeza hacia el suelo

Para introducir sus huevos hasta la medula de la rama, la chicharra dispone de un “oviscapto” (una especie de taladro), que le permite de crear como un arañazo provocado por un alfiler que introducimos oblicuamente de arriba a abajo; en el trozo leñoso que se levanta, nuestro insecto deposita de seis a quinze huevos, retira la doble sierra de su “taladro” cierra el agujero, se sube de unos centimetros más en la rama y de nuevo comienza la misma operación que va a repetir unas treinta o cuarenta veces más sobre la misma rama o bien una otra.

Durante el mes de septiembre los huevos van a cambiar de color, del blanco al amarillo; a principios de octubre aparecen ya los ojos y el huevo se romperá durante los dias ensoleados del otoño.

Por la abertura de la rama aparecen las primeras larvas, una especie de minusculos peces con una espina ventral (donde se encuentran las patas). La larva rompe esta funda provisoria para salir de ella. Estos deshechos quedan colgados en la ramita mediante un fino filamento.

Nuestra larva se queda colgada en esta bolsa, el tiempo necesario para tomar un poco el sol, de fortalecerse, y pasar del color rubio al gris.

Porfin la larva cae al suelo. Sin esperar mucho escava la tierra para introdurcirse en ella, para ello utiliza sus patas delanteras que le permiten cortar las raices que le estorban.

Nuesta chicharra comienza asi de cuatro a seis años de vida subterránea.

Algunas de sus parientes americanas viven en el subsuelo hasta diez y siete años antes de salir para una última muda.